domingo, 25 de julio de 2010

Siempre, siempre...


Tantas veces dije que no sabía confiar.
Después de tanto sufrir, llorar y perder
conocí a quien porfín supo escuchar.
Encontré quien con una palabra
despeja mi cielo de nubes tormentosas
y con su mirada hace brillar un sol.

Apareció, así, sin más.
Llegó como la brisa tibia de tardes lluviosas.
Sin decir nada se acercó
y me enseñó que podía volver a sentir,
que la risa no siempre oculta un perverso secreto,
que la vida no es burda si se tiene una razón.
Entendí que detrás de cada caricia
hay un sentimiento profundo
y un hombro sobre el cual llorar
cuando todo se caiga a pedazos,
que tras de cada dolor
hay una enseñanza y una fortaleza.

Amor, lograste tomar mi mano
y hacerme sentir que no debo seguir huyendo.
Me sigues aunque sienta que me ahogo
en el océano más profundo.
Me haz enseñado a querer,
a confiar y a valorar cada palabra tuya
como si fueran mías.

Hoy eres parte de mí.
Que nunca me faltes
y si me faltas que no me olvides,
ni a mí ni a nuestros recuerdos.
Sé que los momentos no siempre son eternos
pero que este sentir no se apague
por mas cauces de ríos que debamos cruzar
y todos los caminos que debamos recorrer.
Que sigamos siempre viendo juntos
los hechos de la vida con la simplicidad
que nos hace felices hoy.





Para Ismael Nicolás Herrera Fuentes
Mi hombre con mente de niño, que con sus juegos llena de vitalidad mi mente y aleja la nostalgia de mi niñez perdida.

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