lunes, 25 de octubre de 2010

Hasta nunca.

Y anoche me decías "Te amo". Ahora recostada a tu lado en la cama intento buscar nuevamente una razón para no dejarte en el olvido. Nos hemos hecho daño... ¡y nuestra historia es tan larga! Sé que me entiendes, que me necesitas... pero tu obsesión enfermisa y mi sumisa estupidez no nos llevan a ningun lugar.

Recuerdo ese día confuso en tu casa. Entre mis manos esa prueba tan temida y afirmativa la respuesta de mi terror. No podía ni llorar... me acerqué y huiste, cerraste tras de tí bruscamente la puerta y yo me quedé ahí, sentada esperando nada.
¿Que lo querías? ¿Que no te dejara?

Días después todo era turbio. ¡Y esa discusión! Maldito el momento en que decidí irme contigo a recorrer Santiago... maldito ese "accidente". Creo que me sentía un poco culpable por tu inestabilidad.

Te miro... te miro, eres como un niño. Pequeño indefenso, incrédulo y egoísta... descansas tán plácidamente. Sutilmente me acerco a ti, enredo entre mis dedos tus pelo y te beso en la frente . Tengo que partir.

En el umbral de la puerta me detengo y sin mirar atras tomo del estante una caja de Lucky Strike . Cierro mis ojos humedecidos y te digo "Hasta nunca".

jueves, 7 de octubre de 2010

Adiós.

Y te dejo ir
porque en el afán de quererte conmigo
me he olvidado de vivir,
sentí cómo todo perdía importancia
y cómo me hundía por desearme en tí.

Por más que quize,
no hubo en tí algún buen recuerdo
que gritara más fuerte...
sólo podía llorar
y entretanto se derrumbaba mi mente.

Tú en tu orgullo,
yo en mi pena.
No hubo nada más,
ni siquiera un adiós...
¡Aún así te extraño tanto!

No queda más que la resignación
cuando no hay quien escuche.
La conciencia no duele
cuando no existe nada de qué arrepentirse,
¡¿Pero esta aflixión?!







21/09/2010

miércoles, 6 de octubre de 2010

Aún así.


Por más que me miraba en el espejo solo veía aquello que formaron de mí, no hallé algo propio, algo por lo que sentirme única. Ese reflejo grotesco de mi imagen me provocba náuseas y por más que pasaban las horas no se iba esa sensación. Me carcomía la ansiedad y ese sentimiento de querer huir me superaba cada vez más. Entendí cómo con el pasar de los años no contruí nada y solo reforcé aquellas ideas que implantaron en mí los demás, cosas en las que quizás nunca creí pero acepté por resignación y mediocridad. Qué triste es descubrir que no crees en tí misma y no querer levantarte. Todo lo que alguna vez creí estaba bien se desmoronó y no me quedó nada más que pequeños trozos de memoria y angustia.

Entonces una brisa entró y una mano se posó en mi hombro, una voz me dijo "Te amo". Noté que no importaba cuántas veces ni cómo me haya equivocado porque siempre estuvo alguien ahí y no se alejó aunque me conocía mejor que cualquier persona, alguien que quizás me apreciaba más de lo que podía yo misma. Y sonreí frente al espejo viendo su reflejo y el mío a su lado, tomé su mano y dejé de llorar.