Ese no saber preguntar, el no saber responder,
el buscar una excusa que alimente el rato.
Como tantas veces que se nos van las palabras de la boca
y se llevan a más de un gesto poco sutil.
Demasiadas veces en que no se entiende ni se dice nada,
de conocerte y asumir lo que harás pronto, el huir,
la risa nerviosa e irónica de siempre
esa que embriaga más que el alcohol
que conocemos de vez en cuando.
Otra conversación furtiva, lejana
y yo finjo que no importa
que está de más preguntar, y es así.
De vez en vez, otra salida,
algo que parece cariño y caemos otra vez.